lunes, 28 de julio de 2008
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En vez de exigir a todos los niños que hagan lo mismo y enfadarnos porque no se les iluminan los ojos ante lo que les ofrecemos, podríamos darles a nuestros hijos la posibilidad de desarrollar lo que verdaderamente les interesa. Cuando dejemos de obligar a los peces a correr y los pájaros a nadar descubriremos lo mucho que les gusta aprender y cuanto talento tienen.
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